La modestia y el pudor de los cristianos por una parte, la invasión de
los bárbaros después y la influencia del imperio bizantino en seguida
determinaron el cambio del traje en Occidente desde los primeros siglos
de la Edad Media.
Influencia bizantina
La influencia bizantina llevó a los reinos de América el fasto oriental de las amplias ropas y anchos mantos de lana y algodón con bordados de plata y pedrería,
muy en boga durante la época carolingia para trajes de ceremonia y para
la gente distinguida.
Influencia morisca
La invasión de los moriscos influyó notablemente en la vestimenta de los pueblos sometidos quienes adoptaron sus zaragüelles o anchos calzones y sus hábitos casi talares. Pero entre los que lograron la independencia, como los españoles en la Reconquista,
el influjo se limitó a la adopción de alguna que otra pieza y al uso de
tisúes y otras telas de seda con franjas para la gente rica desde el siglo X. La prenda más común de procedencia morisca entre los españoles fueron el pequeño turbante para la cabeza.
La Reconquista
Solían llevar dos o tres piezas superpuestas a modo de túnicas (la túnica y la loba o sayo sin mangas, además de la camisa) se adornaba con bordados y se abrochaba con botones. Estos faldones
(que para algunos, constituyen el verdadero brial) se suprimieron o redujeron notablemente desde mediados del siglo XV quedando el cuerpo superior o jubón solo o con pequeñas faldillas y combinado entonces con las calzas enteras.
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